Autoestima,

La Regla de Oro

11:54 Darang 3 Comments

Hablar de uno mismo siempre es bastante difícil. Uno podría en principio pensar que no es así, que tenemos un profundo conocimiento de nosotros, y por ende nadie mejor para describirnos. La realidad es bastante distinta. Si algo tenemos los humanos, es que no nos gusta sincerarnos con nosotros mismos.

Quizás sea una mera cuestión de evolución, pero en definitiva, no engañarnos es algo que se nos da de la patada. Un psicólogo seguramente hablaría de que es un “mecanismo de defensa” para poder afrontar el mundo, de que nuestra psique trata de hacer el universo lo más aceptable posible para que podamos desenvolvernos en él.

Así somos, nos gusta sentirnos el protagonista de la película. Incluso cuando nuestras vidas son terriblemente malas, nos hacemos a la idea de que estamos en una de esas películas europeas en las que todo siempre sale mal para el protagonista, y en algunos casos tenemos incluso la esperanza de que todo mejore de un plumazo, uno de esos giros argumentales que de un momento a otro nos harán las personas más felices del mundo.

El Mundo Real (TM) no funciona de ese modo, para mal o para bien. No somos el hijo predilecto del señor, el protagonista de la película, ni siquiera somos el antagonista. A lo sumo, todos somos actores de reparto. Claro, esto es solamente parcialmente cierto. Dentro de nuestra propia película somos el protagonista, pero viendo el universo como un todo, las cosas son distintas.

Todo esto viene a propósito de nuestra falta de consideración con los demás. A veces estamos tan centrados tratando de ganarnos el papel principal, que olvidamos vivimos en un mundo con seis mil millones de personas que también tratan de protagonizar su película personal. Y no importa cuán malo sea tu autoestima, siempre vas a considerar que eres mejor –o por lo menos más especial- que toda esa gente.

Todos estamos tratando de hacernos un hueco en nuestro transitorio paso por este mundo. El mundo sería un lugar mucho mejor si todos hiciéramos lo posible por cumplir la Regla de Oro. No es tan difícil, solamente hay que sacarse de la cabeza ese estúpido pensamiento de que somos mejores que los demás, y de que por tanto tenemos derecho a más. No hace falta ser religioso para darse cuenta de que todos somos iguales, todo lo contrario. En el fondo todos tenemos los mismos miedos, los mismos deseos, todos soñamos, y todos nos desilusionamos.

Ni tú, ni yo, ni nadie es la persona más especial del mundo. Pero no se trata de ver la vida como un hueco vacío sin sentido. Se trata de ser feliz y hacer felices a los tuyos sin tener que quitar felicidad a nadie más.

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3 comentarios:

  1. Y yo que quería empezar a cobrar regalías... T_T

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  2. Bueno, en realidad las regalías van llegando solas con el tiempo. Debes saberlo mejor que yo.

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  3. Y no hay nada peor que sentirte tan especial que piensas que la solución a tus problemas o un sin fin de cosas buenas caerán a tus pies "del cielo" sin tu siquiera hacer el más mínimo esfuerzo para conseguirlas (o merecerlas)

    El mejor consejo que se le puede dar a esta clase de personas es: "Párate! Que si tu no vives tu vida nadie la vivirá por ti! No eres tan especial coomo para que todo te llegue solito" :P

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